El
Castigo (Pag 73 Del Libro Anina Yatay Salas)
Hubiera
sido mejor que no me respondiera nadie, porque, como respuesta a mi
pregunta idiota, oí una melodía conocida, reconocida, que me puso
los pelos de punta: «Capicúa, tres veces capicúa...».
-¡NO,
NO PUEDE SER! -comienzo a gritar desesperada-. ¡LAS SIAMESAS ESTÁN
AQUÍ DENTRO CONMIGO! ¡DEJENME SALIR! ¡NO QUIERO QUE LAS ELEFANTAS
ME ATRAPEN!
-¡Anina por Dios! ¡Anina! -oigo que alguien me llama.
Miro
hacia la boca del sobre, allá arriba. Todas las maestras están
mirando hacia adentro, tratando de verme. Yo veo sus caras llenas de
luz que de pronto se esfuman y solo queda un rostro conocido: ¡es
Aurora!, mi maestra.
-¡Aurora, Aurora!, sácame de aquí, por favor -le pido
desesperada. Y ante mis ojos ocurre un milagro: Aurora me tiende la
mano y esta se transforma en la mano de mamá, quien aparece ante mí
repitiendo:
-¡Anina! ¡Por favor, despertate! ¡Despertate, que estas
soñando!
Yo
miro a mamá y le pregunto:
-¿Y
el sobre, mamá? ¿Dónde esta el sobre?
Ella
mira hacia el estante en el que guardo mis cosas.
-Está
ahí, donde lo dejaste, ¿lo ves? Esperá que te lo alcanzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario